Estás en Mi Cabeza

Con el tiempo dejé de hablar con los que no me escuchaban y con quien siempre quiso tener razón. Dejé de buscar personas que nunca me buscaron pensar en los que nunca pensaron en mí. Empecé a hacer lo que me hace sentir bien, sin excesos pero con pasión. Empecé a confiar en mi intuición para todo, para cada elección, para cada persona. Comencé a evitar a las personas negativas y comencé a salir con las raras personas positivas. Porque he aprendido a respetarme a mi mismo y comencé a ponerme a mí mismo primero. Porque creo que me lo merezco.. Meryl Streep

Foto tomada en Bruselas, Junio 2022
Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica..Esperando
You Go To My Head – Billie Holiday 

La revolución de la esperanza es una obra del psicólogo y filósofo humanista Erich Fromm, escrita en plena fiebre de finales de la década de 1960, los años de la “Primavera de Praga”, el Mayo francés y el inicio del movimiento hippie en Estados Unidos, entre otros movimientos sociales, marcadamente juveniles, que suscitaron el entusiasmo de muchas personas en todo el mundo por su espíritu renovador.

Sea como fuere, en La revolución de la esperanza Fromm desarrolló algunas de las ideas y temas en torno a la “condición humana” que más le inquietaron a lo largo de su vida intelectual. Preocupado siempre por el desarrollo pleno del ser humano, Fromm abordó en su obra la manera en que la esperanza contribuye o detiene dicho desarrollo.

Como es sabido, la fortaleza posee un importante abolengo en la historia de las corrientes y tradiciones filosóficas, espirituales y de cultivo del ser humano. En el cristianismo, por ejemplo, se le consideró una de las cuatro virtudes cardinales, y en la filosofía, de Aristóteles a los estoicos, se le ha calificado como una de las actitudes más deseables en el ser humano, necesaria para enfrentar los desafíos propios de la existencia.

Fromm, por su parte, alinea la fortaleza junto a la esperanza y la fe y dice de ella que es uno de los elementos que dan estructura a la vida. Ni más ni menos. Y aunque inicialmente el psicólogo prefirió hablar de “coraje” (en el sentido de “valentía”), al final en su texto eligió usar el término fortaleza, que tomó de Spinoza, para aludir a aquello en la forma de ser de una persona que la lleva a tener valor para vivir. Después de todo, como se ha dicho, hace más falta intrepidez para responder a la vida que para enfrentar la muerte.

Y es justamente en ese sentido que Fromm distingue tres formas de fortaleza. En las dos primeras, una persona parece fuerte para encarar ciertos retos pero sólo porque o no tiene amor por su vida o, en segundo lugar, le teme tanto a un ídolo al cual adora (el “Amo” del que hablaron Hegel, Kojève y Lacan), que se atreve a cualquier cosa con tal de no desobedecerlo. 

En estos dos casos, la fortaleza es más bien ilusoria, pues no se trata de una cualidad inherente a la persona, que le sea auténtica o que sea resultado de su desarrollo, sino que más bien es una reacción circunstancial de miedo a la vida en sí (y los retos que esta presenta): miedo a caminar por sí mismo, miedo de desafiar al Amo, miedo de poner en juego los recursos propios, miedo de arriesgarse… ¿Qué clase de “valentía” puede ser esa?. Escribe Fromm:

La tercera clase de intrepidez la encontramos en la persona totalmente desarrollada, que descansa en sí misma y ama a la vida. Quien se ha sobrepuesto a la avidez no se adhiere a ningún ídolo o cosa y, por lo mismo, no tiene nada qué perder: es rico porque nada posee, es fuerte porque no es esclavo de sus deseos. Este tipo de persona puede prescindir de ídolos, deseos irracionales y fantasías, porque está en pleno contacto con la realidad, tanto interna como externa. Y cuando ha llegado a una plena «iluminación», entonces es del todo intrépida. Pero si ha avanzado hacia su meta sin haberla alcanzado, su intrepidez no será completa. No obstante, quienquiera que trate de avanzar hacia el estado de ser él mismo plenamente sabe que se produce una inconfundible sensación de fuerza y de alegría en donde fuere que se dé un nuevo paso hacia la osadía. Siente como si hubiera comenzado una nueva fase de la vida. Y de esta suerte podrá experimentar la verdad de la frase de Goethe: «Ich babe mein Haus auf nichts gestellt, deshalb gehórt mir die ganze Welt» [«He puesto mi casa sobre nada, en vista de que el mundo entero me pertenece»].

En el fragmento citado, la única manera de sortear los desafíos de la existencia y salir fortalecidos de ellos es siendo una “persona totalmente desarrollada”. De otro modo, los cambios, las crisis, los imprevistos y, en general, todo aquello que da sustento a la vida, se experimenta con sufrimiento, preocupación, e incluso podría decirse que con torpeza e ignorancia, todo lo cual nos hace padecer las experiencias que vivimos, cuando, por el contrario, estas podrían ser siempre oportunidades de aprendizaje y crecimiento. PIJAMASURF 

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