
Foto tomada en Amberest Octubre2021
LAS VACUNAS Y EL AMOR
Es verdad que nadie dijo que la eficacia de las vacunas era del cien por cien, ni que su duración iba a ser eterna, ya sabemos que nada es totalmente seguro ni dura para siempre, porque siempre, simplemente no existe. Pasa lo mismo con el amor, lo conocemos de sobra, pero cuando te lo inocula cupido, hace reacción y crees que no se va a curar nunca. Amor y vacunas suenan bien y crees que van a durar un tiempo razonable como para disfrutarlos sin preocupación. Vacuna cantaba antaño el estribillo de la inmunidad duradera, de enfermedades desaparecidas. Ya sé que la del covid19 se comparaba con la de la gripe, que no es que no dure, es que el virus cambia y hay que ponerse una cada año.
Pero, ahora, ésta, se está viendo que permanece más o menos seis meses y no garantiza la falta de contagio más allá del setenta por ciento de media entre las distintas marcas, sí la enfermedad grave -en algunos tampoco-. Vamos, un amor de verano entre el esplendor en la arena, la añoranza en el asfalto y el desengaño cuando caen las melancólicas hojas del otoño. Con una vacunación en España del 89,4% con la pauta completa, un 91,2% con una dosis y 5.109.834 de terceras, no esperábamos una nueva ola como la que viene repuntando cada vez con más determinación. Es evidente, que las vacunas están teniendo mucho menos efecto del esperado. Había que sacar el remedio a toda prisa y esto es lo mejor que hemos podido hacer en tan poco tiempo. Durante unos meses parecía que nuestro ejército echaba claramente al invasor del suelo patrio, pero cuando lo teníamos acorralado cerca de la frontera, está recuperando terreno y nuestras huestes retroceden. Esta guerra ya va siendo larga y no tiene visos de terminar. De momento, hemos reducido su violencia, los muertos y en las ciudades ya no bombardean bares, restaurantes, cines y teatros, pero hay que ir siempre con la máscara de gas en la cara o en el bolsillo, y mucha precaución. Continúan los heridos y los muertos. Aunque otros viven como si no pasara nada. Mi amigo Pepe se ha recorrido el mundo, estos últimos meses, con total despreocupación, protegido por la diosa fortuna. Será porque tiene buena mano con las mujeres.
Esperábamos más de las vacunas, aunque no fueran infalibles, como esperamos más de la vida, del amor. La ciencia se va pareciendo, con mucha similitud, a una religión. Al principio sus razonamientos estaban al alcance de las personas medianamente formadas. Hoy, su complejidad provoca que la mayor parte de los mortales solo podamos leer lo que dicen los expertos, confiando en su criterio para dilucidar si algo es verdad o no. Lo malo, es que frecuentemente, esos especialistas discrepan y suele haber estudios y experimentos que se contradicen los unos a los otros. Hoy, una cosa produce cáncer y dentro de dos años cambian de criterio y lo introducen en la dieta mediterránea. A veces se descubre que determinadas investigaciones están financiadas por grupos comerciales que pretenden demostrar lo que conviene a sus intereses. Así, que el ciudadano critico debe valorar a quien cree y a quien no. Es decir, al no tener la capacidad técnica de averiguar por sí mismo la validez de las afirmaciones que se hacen, tiene que hacer un acto de fé para acogerse a una verdad entre muchas. Este laboratorio, universidad, científico merecen mi credibilidad o no. Pues eso, esta chica, a veces, dice unas tonterías supinas y ese tono de voz de niña que no ha roto un plato, algo despistada, que utiliza cuando quiere venderte la moto, es totalmente impostado. No me lo creo, esconde algo. Su cultura es claramente superficial, no pasa de la piel ¡Pero qué piel! Allí se debe estar en todas partes, universos paralelos, acelerador de partículas. Cuando se quita la mascarilla tiene una sonrisa que ilumina la escena y dota de sentido a cualquier conversación por estúpida que sea.
Es una vacuna contra la rutina, promete inmunidad eterna. Sabes que no es verdad, pero en ese momento da todo igual. ¿Qué es verdad? Un argumento efímero, siempre falsable a largo plazo. ¿Existe el largo plazo? A los quince años puede, a la edad del riesgo, no. La edad del riesgo en “la sociedad del riesgo” (Ulrich Beck), mala cosa. Lo que pasa es que si lees a Antonio Damasio, sobre todo su último libro, “Sentir y Saber”, nos dice que los organismos vivos tienen tres fases, ser, sentir y conocer. Hay una inteligencia muda, inconsciente, que resuelve en silencio la homeostasis, es decir, mantener el estado de equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo que se necesitan para sobrevivir, y otra, surgida posteriormente en algunos de esos seres vivos que necesita la consciencia. Aunque al final, todo tiende a resolver el mismo problema, mantenerse vivo. Pudiera parecer que esas discusiones filosóficas que tanto nos gustan, esa belleza de ciertas puestas de sol y por supuesto todas las venus de carne, lienzo o poesías tienen sentido por sí solas, son transcendentes, pero no, obedecen a una única finalidad, solo pretenden mantenernos vivos. Los sentimientos, dice Damasio, “…proporcionan a los organismos experiencias de su propia vida. Específicamente proporcionan al organismo que los posee un sistema de evaluación a escala de su éxito relativo para vivir, cuya puntuación natural aparece en forma de cualidad -placentero o desagradable, leve o intenso-.” “El componente afectivo de nuestras experiencias mentales, refleja los perfiles de nuestros procesos biológicos.” Por eso escribió Bécquer: Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… yo no sé qué te diera por un beso.
Yo, en esta primera fase del puente festivo de diciembre, dinamitado el martes -tengo que trabajar- se me caen las horas al vacío, intentando cruzar al otro lado, y no tengo bastante con nada. Así que voy de Damasio a “Los amigos del crimen perfecto” de Andrés Trapiello que mantienen una tertulia en el café “Comercial”, muy interesante. “El crimen perfecto no es más que una metáfora extrema de la lucha por la vida, donde aflora lo mejor y lo peor de la naturaleza humana; por eso hay tanta gente intrigada con el asesinato como una de las bellas artes; tras la gracia del ángel, la importancia de lucifer.” La noche la pueblan las series televisivas, voy de una “Sucesión” que nunca se produce a los eternos “Problemas de matrimonio”, un buen remake de la de Ingmar Bergman. Siempre, después de haber buscado algo mejor que nunca encuentro. Para el segundo capítulo de la serie “el puente sobre aguas turbulentas” -con permiso de Simon and Garfunkel, tengo mejores perspectivas. En estos tiempos de pandemia, las vacunas son como el amor y viceversa, prometen lo que no dan, duran menos de lo esperado y hay que pensar mucho ante quien se quita uno la mascarilla. Pero el impulso homeostático no nos deja parar y corremos hacía la tercera dosis, saltando entre aforos y distancias. Y tú me preguntas que es neurociencia, mientras me clavas tu mirada de pupilas inapelables y tu sonrisa azul. Neurociencia y biología eres tú.
La vida es “el crimen perfecto”, nunca cogeremos al asesino.
Antonio Marín Pérez 5 de diciembre de 2021