«He intentado hacerme indiferente a los sentimientos mediante la razón, que es como intentar convencer con palabras y argumentos a un paquete de dinamita de que no explote” Interpretación de «La mujer justa» de Sándor Márai
Sola, aunque quiso mirar, y a nadie ya encontraba, sola, porque quiso gritar y el llanto la acallaba, sola, sin ilusiones rompió el velo. sola frente a una noche sin luz ni cielo. Sobreviviré, y aunque la vida me aseste su golpe mortal, y aunque las noches de niebla me impidan mirar, y esta vida que tengo y que es la mía. Sobreviviré, y aunque la llaga del tiempo me quiera matar, y aunque la pena me ahogue en cada despertar, sobreviviré, a esta vida que tengo y que es la mía Autor de la canción: Paco Ortega
«Mur des Je t’aime» Los fragmentos rojos que salpican el fresco representan las piezas de un corazón roto que, si se combinan, forman un corazón perfectamente compuesto.

Una defensa del anonimato, carta que escribió Jose Emilio Pacheco a George B. Moore para disculparse por no concederle una entrevista No sé por qué escribimos, querido George. Y a veces me pregunto por qué más tarde publicamos lo escrito”.
No tengo nada que añadir a lo que está en mis poemas. No me interesa comentarlos, no me preocupa (si alguno tengo) mi “lugar en la historia” (tarde o temprano a todos nos espera el naufragio).
Escribo y eso es todo. Escribo: doy la mitad del poema.
Poesía no es signos negros en la página blanca.
Llamo poesía a ese lugar del encuentro con la experiencia ajena. El lector, la lectora harán, o no, el poema que tan solo he esbozado.
No leemos a otros: nos leemos en ellos.
Me parece un milagro que alguien que desconozco pueda verse en mi espejo. Si hay un mérito en esto -dijo Pessoa- corresponde a los versos , no al autor de los versos.
Si de casualidad es un gran poeta dejará cuatro o cinco poemas válidos rodeados de fracasos y borradores.
Sus opiniones personales son de verdad muy poco interesantes.
Extraño mundo el nuestro: cada día le interesan más los poetas: la poesía cada vez menos.
El poeta dejó de ser la voz de su tribu aquel que habla por quienes no hablan.
Se ha vuelto nada más otro entertainer. Sus borracheras, sus fornicaciones, su historia clínica,
sus alianzas o pleitos con los demás payasos del circo, o el trapecista o el domador de elefantes, tienen asegurado el amplio público a quien ya no le hace falta leer poemas.
Sigo pensando que es otra cosa la poesía: una forma de amor que solo existe en el silencio, en un pacto secreto entre dos personas, de dos desconocidos casi siempre.
[…]
Yo quisiera […] que la poesía fuese anónima ya que es colectiva (a eso tienden mis versos y mis versiones).
Posiblemente usted me dará la razón. Usted que me ha leído y no me conoce. No nos veremos nunca pero somos amigos.
Si le gustaron mis versos qué más da que sean míos de otros de nadie.
En realidad los poemas que leyó son de usted: Usted, su autor, que los inventa al leerlos.
José Emilio Pacheco