«Así que yo andaba con muy mala música en el alma» Eduardo Galeano
““Nada es menos real que el realismo. Los detalles son confusos. Sólo mediante la selección, la eliminación, el énfasis, llegamos al significado real de las cosas”.
Georgia O’Keeffe

Georgia O’Keeffe no pertenece a ningun movimiento de vanguardia en particular, pero es considerada la gran pintora del modernismo en los Estados Unidos.
La obra de O’Keeffe se destaca por sus planos detalle (se llama así al encuadre sobre una parte muy concreta de un objeto, todo lo contrario a un plano general) de flores, formas arquitectónicas, huesos de animales y las formaciones naturales que uno encuentra en el paisaje de Nuevo México.
¿De dónde surge esta inquietud de la pintora? Su gran influencia viene del mundo de la fotografía. Su pareja y gran amor de su vida es el fotógrafo Alfred Stieglitz, y a través de éste conoce a Paul Strand. Strand es el fotógrafo que convierte lo real en abstracción, “recortando” planos detalle de objetos, encuadres tan puntuales que hacen que la imagen no se reconozca como parte de tal o cual objeto, quedando como una composición abstracta pura.
También es muy influenciada por la pintura abstracta de Arthur Dove, quien también es amigo de Sieglitz y que será considerado el primer pintor en hacer abstracción pura en los Estados Unidos.
Algo curioso sobre la repercusión de esta valiosa manera de hacer arte de Georgia O’Keeffe y su lección sobre la mirada: lo primero que llama la atención de su obra es que esos planos detalle de flores parecen sexos femeninos. Algo que, para la decepción de muchos, la artista terminará negando: su intención no es que el espectador vea símbolos del sexo femenino sino que vea las verdaderas flores por primera vez.
Georgia O’Keeffe trabaja a partir de un detalle, y a ese detalle lo lleva a una gran escala. Una manera novedosa de hacer abstracción. Y, en definitiva, una manera novedosa de alcanzar uno de los logros más buscados en el arte: poder ver las cosas desde otro punto de vista. Ver las cosas como si fuera por primera vez.

imagen: Lirio blanco nº7 (1957).
Los primeros planos y detalles de flores que pintaba Georgia O’Keeffe en grandes formatos, fueron muy elogiados en su momento al ser interpretados como símbolos del sexo femenino. Tal es así que las feministas consideraron a la artista una referente. Lo curioso es que la verdadera intención de O’Keeffe (ella lo confesaría humildemente), fue ampliar la escala para que, al ser el objeto presentado creativamente, el espectador lo «observara por primera vez», lo volviera a admirar. Uno de los fines más simples y maravillosos del arte en general.