
Hay amores destinados a no ser, a tener inicio y final. Son como tempestades de verano llenas de intensas emociones, de lluvia refrescante que alivia un calor intenso, una sed no saciada… Sin embargo, cuando las nubes escampan, lejos de dejar la humedad de un campo donde puede florecer de nuevo la naturaleza, se abre una tierra yerma y con grietas. Donde no crecerá nada durante mucho tiempo.
Hay amores que pasan como un viento suave, otros finalizan con una distancia serena y amable, de mutuo acuerdo, pero hay algunos que dejan vacíos dolorosos que nos hieren por dentro y que nos cambian. Cuando alguien nos ha hecho daño aprendemos a ponernos una coraza, cuando nos han mentido aprendemos a desconfiar.
Los amores que nunca pudieron ser, son vacíos sin forma habitados por ilusiones perdidas y desengaños. Por tiempo perdido pero constantemente recordado y evocado Hay algo que se esconderá cada día de nuestra vida en algún rincón de nuestro corazón y nuestra memoria, y son ellos, los vacíos eternos. Son esas heridas que no cicatrizan pero con las que uno debe aprender a vivir, integrándolas, aceptándolas pero evitando que se conviertan en “agujeros negros”. Parte de un artículo de Valeria Sabater
Avec Le Temps – Celine Dion. autor Leo Ferré
AGRADECIMIENTO
Debo mucho a quienes no amo.
El alivio con que acepto que son más queridos por otro.
La alegría de no ser yo el lobo de sus ovejas.
Estoy en paz con ellos y en libertad con ellos,
y eso el amor ni puede darlo ni sabe tomarlo.
No los espero en un ir y venir de la ventana a la puerta.
Paciente casi como un reloj de sol
entiendo lo que el amor no entiende;
perdono lo que el amor jamás perdonaría.
Desde el encuentro hasta la carta no pasa una eternidad,
sino simplemente unos días o semanas.
Los viajes con ellos siempre son un éxito, los conciertos son escuchados,
las catedrales visitadas, los paisajes nítidos.
Y cuando nos separan lejanos países
son países bien conocidos en los mapas.
Es gracias a ellos que yo vivo en tres dimensiones,
en un espacio no-lírico y no-retórico, con un horizonte real por lo móvil.
Ni siquiera imaginan cuánto hay en sus manos vacías.
«No les debo nada», diría el amor sobre este tema abierto.
Wislawa Szymborska- Polonia premio Nobel de literatura 1996