«Tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrir que el paraíso estaba ahí, a la vuelta de todas las esquinas». Julio Cortázar

Los cepilladores de parquet (1875). Gustave Caillebotte.
Óleo sobre tela. 192 cm x 146 cm.
Musée d’Orsay. París.
Caillebotte es el impresionista distinto. Es “el menos impresionista” de todos. Sin embargo, también podemos decir (irónicamente) que es el más importante, ya que “les da de comer” a todos, cuando la situación económica apremia.
Caillebotte es rico por herencia y financia los gastos de sus compañeros durante mucho tiempo. A su vez, se convierte en el comprador de sus obras. Por ello, gracias a ese espíritu caritativo, termina reuniendo la colección impresionista más grande que alguien haya reunido (y como si fuera poco, podemos agregar cuadros de Cézanne y otros maestros hoy invaluables). Esa colección termina siendo la base de lo que hoy es el Musée d’Orsay de París (el más grande museo del impresionismo).
El estilo de Caillebotte suele ser más realista que el de sus amigos y compañeros. Si bien la preocupación principal es la luz, sus resultados son más “fotográficos”.
Sus obras resultan controvertidas para la época a causa de sus exageradas y profundas perspectivas.
En la segunda muestra del grupo presenta su obra Los cepilladores de parquet, donde unos obreros trabajan en un piso de madera. En esa época, se empieza a aceptar tímidamente la representación de los trabajadores, pero sólo los trabajadores del campo (a partir de los realistas Millet y Courbet), no se ven todavía representaciones de trabajadores urbanos realizando sus tareas. Caillebotte y este cuadro son considerados “vulgares” por los críticos.
No vende sus cuadros (se dedica a comprar, lo suyo no es vender), y debido a su rol de mecenas y a que pinta distinto que sus compañeros, el mundo se olvida de reconocerlo como un gran pintor hasta finales del siglo XX.
Por presiones de los academicistas, el estado francés rechaza inicialmente la colección que lega muere en 1894. Después de un par de años, la colección es aceptada pero sólo parcialmente y se integrará al Louvre más de tres décadas después. La mitad de los cuadros son rechazados con la excusa de “derivar de un arte malsano”.