
Las uvas se sonrojan en la nariz,
Y la arena se ha vuelto fría
Bajo el blanco sol.
Socorristas y trabajadores de temporada
Regresan a sus verdaderas ocupaciones,
Y las figuras del belén serán esculpidas
Antes de la Navidad.
Es en septiembre
Cuando se quitan las velas a los veleros
Y la playa tiembla bajo la sombra
De un otoño no bronceado.
Es en septiembre
Que podemos vivir de verdad.
Es en septiembre
Cuando el verano se pone sus zapatos,
Y la playa es como un vientre
Que nadie ha tocado.
Es en septiembre
Que mi país puede respirar.
País de mis años jóvenes,
Allí donde mi padre está enterrado.
Mi escuela era calentada
Bajo el gran sol
En el mes de mayo, yo me voy,
Y te dejo para los extranjeros
Para irme al extranjero yo mismo,
Bajo otros cielos.
Pero en septiembre
Cuando vuelvo adonde nací,
Y mi playa me reconoce,
Abre los brazos de novia.
Es en septiembre
Que yo festejo el año nuevo.
Es en septiembre
Que yo me duermo bajo el olivo.
Si algún día me ves triste no me digas nada, solo quiéreme. Porque a veces, cuando me he roto por dentro, no necesito que nadie me recomponga, sino que alguien me acompañe mientras me recompongo yo sola.
Si alguna vez notas desazón en mi mirada día tras día, no corras a preguntarme qué me pasa, cómo me encuentro o qué me ha hecho sentir así. Por favor, en primer lugar intenta envolverme con la calidez de tu presencia. Hazme menos preguntas, dame más abrazos.Porque cuando me siento triste y mal, cuando me duele la tristeza y se me bloquea la mente, solo necesito estar en soledad sabiéndome acompañada. No me pidas que deje de estarlo, que no llore o que no me meta en mi mundo.
Si algún día me ves llorando, échame una mano sobre el hombro e invítame a hablar, aunque sea del tiempo. Porque la complicidad que se intuye en la permanencia será suficiente para que sienta el confort del hogar.
Si algún día me sientes triste, no huyas de mi tristeza. No me transmitas el mensaje de que soy indeseable, no me hagas sentir prescindible ni inútil. Porque si no toleras mis sombras, tampoco merecerás disfrutar de mis luces.
Si algún día me ves triste y no sabes qué hacer, déjame que entienda que soy importante pero respeta mi necesidad de introducirme en mí, de acogerme, de examinarme. No dejes que bloquee mi tristeza porque ella me ayuda a reflexionar y a analizar mi mundo.
Si algún día me ves triste, no me digas nada. Solo quiéreme. Si me encuentras en la soledad de la oscura noche, no me preguntes nada, solo acompáñame. Si me miras y no te miro, no pienses nada, compréndeme. Si lo que necesitas es amor, no tengas miedo, ámame.Yo, si algún día me siento triste, procuraré hablar contigo cuando me sienta con fuerzas. Procuraré sentirme importante, aceptar los matices y apreciar la bondad y el afecto que reside en el hecho de que me hayas acogido cuando más lo necesitaba.-Raquel Aldana-