«No me acostumbro»

d0c44ec6-6761-4572-a2bb-fe86a27540f3 Paris. Junio 2018

No me acostumbro
a ocupar toda la cama al dormir,
a no cocinar los domingos
y a volver a la hora que me da la gana.
No me acostumbro
a no dar explicaciones
y hacer lo que me gusta
sin que nadie me critique.
No me acostumbro
a ver mis programas favoritos,
a cantar en voz alta
y bailar por toda la casa.
No me acostumbro
a no recibir llamadas a cada rato
y contestar mensajes muy tarde,
a no salir con amigos
y a viajar algún que otro fin de semana.
No me acostumbro
al olor del café por las mañanas
y a caminar descalza por el jardín,
a tardar cuando me toca arreglarme
y a cancelar citas en el último momento
sólo porque sí.
No me acostumbro a mí,
a mis cosas,
a mi vida,
a estar sola…»

.. Pero lo haré

Leído en una página de Internet, aunque el autor del texto que figura como anónimo y»  Si se acostumbró …»

PORQUE:

Los corazones rotos son barcos a la deriva que avanzan perdidos durante un tiempo. No obstante, siempre acaban encontrando la calma y ese rumbo sereno que los lleva a una felicidad auténtica. Real.

Vivir con el corazón roto es andar como desnudo, con el alma medio vacía y anudada por una cuerda que aún le pertenece a otra persona. Es una tortura lenta que asfixia y que duele, sin embargo, ningún dolor es eterno.

Dicen que es el tiempo quien cura los desamores, las ofensas, y las decepciones. Sin embargo, no solo el discurrir de los días será un buen aliado, nuestro coraje y nuestra fuerza interior serán quienes nos irán guiando poco a poco para que esa herida duela un poco menos. Y a pesar de que no existe el olvido, al menos, tendremos descanso.

Vivir con el corazón roto no mata a nadie, pero son muchas las cosas que se nos mueren por dentro. No obstante, nadie merece un sufrimiento eterno, sino un aliento con el que revivir de nuevo encontrándonos a nosotros mismos.

La herida emocional provocada por un amor que no pudo ser, o un amor que fue y se desvaneció, es sin duda una de las más traumáticas que puede experimentar el ser humano.

Quedamos inmovilizados porque se quiebran nuestros valores, porque se desvanecen ilusiones y porque hemos de recoger pedazo a pedazo una autoestima que ha quedado muchas veces fragmentada. El proceso de curación posterior, es lento y delicado.

Un hueso roto tarda en ocasiones mucho menos en curarse que un corazón roto. Ahora bien, para que toda herida cicatrice requiere voluntad y ante todo la capacidad de asumir que ya no vamos a ser los mismos. Que vamos a salir de este proceso fortalecidos, que vamos a ser resilientes y a obtener un aprendizaje de lo vivido.

En Japón existe un arte ancestral llamado Kintsukuroi: consiste en unir los objetos rotos con oro, porque también hay belleza en las heridas que han sanado, porque el resultado final cuenta la propia historia de esas piezas ahora únicas.

La tradición del Kintsukuroi nos demuestra en realidad un tipo de filosofía que nos invita a sacar más de una reflexión. Te invitamos a tenerlas en cuenta:

  • Si nos resistimos a asumir esa pérdida, esa decepción, rechazo o separación, quedaremos anclados a un sufrimiento eterno e innecesario.
  • Es importante aceptar lo sucedido, y aceptar  a su vez “que no estamos bien”. Reconocer el dolor es aceptar una realidad sobre la que debemos trabajar día a día.
  • El dolor forma parte de ti pero no eres tú: entiende que debe ser algo temporal.
  • No caigas en el error de desear volver a tu antigua situación. No vas a ser el/la misma que ayer, van a cambiar muchas cosas en tu interior, y no tienen por qué ser negativas.
  • El arte del Kintsukuroi tiene como finalidad el no esconder las fracturas, las roturas de esas piezas de porcelana. La magia está en sellarlas en oro para evidenciar dónde está la herida y conseguir un resultado final donde la belleza es indiscutible.
  • Cuenta la tradición, que todo objeto que ha sido sellado con la técnica del Kintsukuroi jamás vuelve a romperse.
kitsukoroi objetos rotos

Deja a un lado lo que sientes

Sabemos que un corazón roto no puede repararse con oro, pero si con el destello intenso de tus emociones luchando por encender nuevas ilusiones, por sanar sueños perdidos y despertarse con otros nuevos más intensos, con raíces más profundas

En ocasiones somos tan fuertes que llegamos a amar a quienes no nos merecen con el corazón roto. No lo permitas, deja a un lado lo que sientes y recuerda lo que mereces. Recuerda que el amor es alegría y no sufrimiento.

En realidad no es un proceso sencillo. Emerger de las lágrimas y de las cenizas de esa vida que soñamos y no alcanzamos no siempre es fácil, pero no por duro va a ser imposible. Al contrario, de hecho llegará un momento en que te sentirás orgulloso de ti mismo, por haberte convertido en la persona que de verdad deseabas ser: alguien libre del sufrimiento.

Recuerda lo que mereces

Las personas que caminan el día a día con el corazón roto, han olvidado lo que merecen. Por ello, sería muy adecuado que el “oro” que vaya a sellar las fracturas de tu alma quebrada, sean estos sencillos principios:

  • Mereces ser amado, mereces ser feliz. Nadie debe vivir la condena de sentirse desgraciado cada día de su vida.
  • La elección que hizo una persona en un momento determinado no te define. No eres tú. Es su pensamiento, es su micromundo y un universo ajeno en el que no debes colapsar. Tu realidad es única y muy diferente a la de aquel o aquella que te rompió el corazón.
  • Nadie más que tú va a poder salir de dicha situación. Debes ser tú el artesano sutil que va a sanar tus heridas con el oro de su autoestima, con el oro de tus ilusiones renovadas, con el dorado de nuevas esperanzas en las que embarcarse cada día…

Valeria Sabater

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